La toxina botulínica y sus efecto contra el Parkinson

Es probable que sepa que la toxina botulínica (más conocida como Botox, entre otras marcas) se utiliza con fines cosméticos para disminuir las arrugas. Antes de utilizarse de esta manera, la toxina botulínica se utilizaba con fines médicos para controlar los movimientos anormales. En las manos adecuadas, puede ser una medida muy eficaz para controlar diversos problemas relacionados con la EP.

¿Qué es la toxina botulínica?

La toxina botulínica es una sustancia producida por la bacteria Clostridium botulinum. El botulismo está causado por los efectos nocivos de esta toxina. Si la toxina entra en el torrente sanguíneo, puede extenderse por todo el cuerpo, causando una debilidad muscular generalizada. En su forma completa, el botulismo puede provocar dificultades para tragar y respirar al causar debilidad en los músculos que controlan estas funciones.

La buena noticia es que, hace décadas, los científicos aprendieron a aislar la toxina y a aprovechar su poder para uso médico, y puede inyectarse de forma segura en determinados músculos para disminuir los movimientos no deseados de esos músculos.

¿Cómo funciona el Botox?

Normalmente, el mensaje se transmite del nervio al músculo mediante la liberación de la sustancia química acetilcolina desde las terminaciones nerviosas. Cuando se inyecta toxina botulínica en un músculo, ésta es absorbida por las terminaciones nerviosas que interactúan con el músculo e interfiere en la liberación de acetilcolina, deteniendo así la comunicación entre el nervio y el músculo. Cuando esta comunicación disminuye, el músculo se debilita y ciertos síntomas del Parkinson disminuyen.

Afecciones tratadas con toxina botulínica en la enfermedad de Parkinson

  • Distonía. La distonía se refiere a una torsión involuntaria de una parte del cuerpo, que puede ser dolorosa y puede interferir con el movimiento deseado de una persona. En la EP, la distonía puede ser un síntoma motor debido a la enfermedad, que aparece a primera hora de la mañana antes de tomar la medicación o cuando una dosis de medicación está desapareciendo. Por otra parte, la distonía puede ser un efecto secundario de la Levodopa. Una distonía común en la EP de inicio joven consiste en doblar los dedos de los pies o invertirlos (girarlos hacia dentro). Esta distonía suele producirse sólo en determinadas circunstancias, como al caminar o correr. Otras distonías implican el cierre frecuente y persistente de los ojos, conocido como blefaroespasmo, o el giro del cuello, conocido como distonía cervical. Éstas pueden estar asociadas a la EP, pero también pueden acompañar a otras formas de parkinsonismo, como la atrofia multisistémica o la parálisis supranuclear progresiva. Las inyecciones de toxina botulínica, dirigidas a los músculos concretos que se mueven en exceso, pueden ser eficaces en todos estos casos.
  • Temblor. Aunque la toxina botulínica no se utiliza comúnmente para este propósito, hay informes de casos en la literatura que muestran su uso efectivo para el control del temblor.
  • Babeo. Probablemente debido a la disminución de la tasa de deglución de los pacientes con EP, la sialorrea, o babeo, puede ser una característica de la enfermedad. El babeo no es sólo una molestia, sino que puede dar lugar a una vergüenza significativa y al aislamiento social. Las inyecciones de toxina botulínica en las glándulas salivales pueden reducir la producción de saliva y, por tanto, disminuir el babeo.
  • Incontinencia urinaria. puede estar causada por una vejiga pequeña y contraída. Las inyecciones de toxina botulínica en la vejiga pueden relajar la vejiga, permitiendo así una micción más normal. Sin embargo, un efecto secundario conocido de este tratamiento es la infección del tracto urinario, así que asegúrese de conocer todos los riesgos y beneficios antes de iniciar el tratamiento. Además, hay causas de problemas urinarios en la EP que no son susceptibles de tratamiento con toxina botulínica, por lo que deberá consultar su situación particular con un urólogo.

La toxina botulínica se utiliza en otros ámbitos médicos, como la distonía que no está relacionada con la enfermedad de Parkinson, la migraña y la espasticidad o rigidez de las extremidades después de un accidente cerebrovascular. Todo esto hace que esta toxina sea una excelente alternativa para atacar todos esos efectos negativos que se ocasiona esta enfermedad. Así que, este representa un tratamiento bastante interesante para tratar de una forma bastante efectiva la enfermedad del Parkinson.


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